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Este reportaje es una asociación entre Inside Climate News, Grist y WBEZ.
Mientras Gina Ramírez abrochaba a su hijo de 11 años de edad en el auto para llevarlo a la escuela, le entregó una botella de agua de plástico.
“Me encantaría que si él tiene sed, pusiera un vaso debajo de la llave”, dijo Ramírez.
Pero no puede.
Ramírez vive en una casa en el lado sureste, en la que está instalada una tubería de agua de plomo, una reliquia tóxica que se encuentra en la mayoría de las casas viejas de la ciudad y en muchas de todo el país. La exposición al plomo puede causar graves daños a la salud, incluidos problemas neurológicos, renales y reproductivos. Los bebés y los niños pequeños son particularmente susceptibles.
Como activista de muchos años, Ramírez sabe que ella y muchos de sus vecinos tienen tuberías de plomo en una comunidad donde los residentes ya están sobrecargados por los contaminantes tóxicos en el aire y la tierra. También sabe que Chicago se está quedando atrás en los requisitos federales para alertar a los residentes sobre su presencia y que la Municipalidad no planea terminar de reemplazarlas hasta 2076, tres décadas después de un plazo federal.
Cada día, Ramírez hace el viaje de una hora a la escuela terapéutica de su hijo en Avondale, en el lado noroeste, y luego se dirige a su oficina ubicada en el centro. A medida que cambia el paisaje de chimeneas y almacenes a tiendas y restaurantes, sospecha que las tuberías de plomo son otro peligro que afecta desproporcionadamente a su vecindario y a las familias que viven allí.
Chicago tiene el mayor número de líneas de servicio de agua con plomo en la nación, con aproximadamente 412,000 de unas 491,000 líneas que están al menos parcialmente hechas de plomo o contaminadas con el metal peligroso.
WBEZ, Inside Climate News y Grist han analizado, por primera vez, datos municipales obtenidos a través de una solicitud de registros públicos que permite a los residentes de Chicago ver dónde el problema es más agudo—y cómo se cruza con la pobreza y la raza.
Cómo comprobar si su casa tiene una tubería de plomo
Las líneas de servicio de agua son las tuberías enterradas bajo tierra que conectan al suministro de agua de la Municipalidad con la plomería interna de tu hogar. Cuando estos y otros materiales de tubería contienen plomo, pequeños fragmentos de este metal tóxico pueden disolverse o desprenderse en el agua que sale de la llave.
Para usar este interactivo, ingrese una dirección en Chicago para ver el estado de tu línea de servicio. Si tu dirección no aparece, no te preocupes. Este mapa está basado en el inventario de líneas de servicio del Departamento de Gestión del Agua de Chicago, entregado a la Agencia de Protección Ambiental de Illinois el 14 de abril de 2025. El mapa no refleja reemplazos hechos después de esa fecha.
Hay direcciones que no aparecen en esta lista de inventario — en muchos casos, una sola línea de servicio puede dar servicio a varias direcciones. También puede ser el caso que algunas líneas de servicio están registradas en el inventario por la intersección más cercana, en lugar de una dirección fija. Si tu dirección no aparece en el interactivo, aún puedes ver las líneas cercanas, que pueden incluir aquellas que sirven a tu dirección.
Para las direcciones que sí aparecen, el interactivo revelará el material, si se conoce, de los tres componentes de las líneas, que dan servicio a esa dirección: el conector, un tubo que se conecta a el suministro de agua de la Municipalidad; la línea pública, propiedad de la Municipalidad, que corre bajo el andén; y la línea privada, que se conecta a la plomería interna del edificio. La ciudad clasifica las líneas de servicio de agua según estos componentes, clasificándolas en una de cuatro categorías.
El análisis—que incluye un mapa interactivo que permite a los residentes buscar su dirección para obtener información sobre sus líneas de agua—reveló que las tuberías tóxicas afectan a los residentes en toda la ciudad, a través de líneas de raza y clase.
Pero los vecindarios mayoritariamente negros y latinos, incluyendo el de Ramírez, tienen la mayor carga.
En los tramos del Censo mayoritariamente latinos, áreas que en Chicago tienen en promedio alrededor de 1,500 hogares cada una, el 92% de las líneas de servicio requieren reemplazo. En los tramos mayoritariamente negros, la cifra es del 89%. Esto se compara con el 74% de líneas de servicio en tramos del Censo mayoritariamente blancos anglosajones y el 65% en los nueve tramos mayoritariamente asiáticos de la ciudad en y alrededor de Chinatown.
Entre los más afectados están los vecindarios en los lados sur y oeste, donde los residentes lidian con otras preocupaciones ambientales de salud debido a la concentración de instalaciones industriales, autopistas y camiones de carga que expulsan contaminación del aire. Las comunidades allí sufren de altas tasas de enfermedades crónicas y baja expectativa de vida.
Las nueve áreas comunitarias con el mayor porcentaje de tuberías que requieren reemplazo están todas en el lado sur. El décimo es Belmont Cragin, un vecindario mayoritariamente latino en el lado noroeste.
A través de su programa de reemplazo subvencionado para residentes de bajos ingresos, la Municipalidad ha reemplazado en su mayoría las líneas de servicio en el lado sur y el lado oeste, según Megan Vidis, portavoz del Departamento de Gestión del Agua de Chicago. Otros programas municipales también han reemplazado líneas en toda la ciudad.
“No hay nada nuevo en este análisis”, dijo Vidis sobre el mapa de los medios. “Durante décadas, hemos estado diciendo que los residentes que viven en una casa unifamiliar o un dúplex construido antes de 1986 deberían asumir que tienen una línea de servicio de plomo”.
Aunque en el pasado la Municipalidad ha puesto las líneas de servicio de plomo en un mapa y las prioridades para reemplazos, este análisis ofrece la primera herramienta interactiva que permite a los residentes ver sus propias líneas de servicio en el contexto de su vecindario y la ciudad junto con datos sobre pobreza y raza, utilizando el inventario más actualizado disponible.
Rachel Havrelock, profesora de la Universidad de Illinois en Chicago (UIC) y quien lidera la investigación sobre recursos hídricos y equidad, dijo que la exposición al plomo intensifica los riesgos para la salud de las comunidades de bajos ingresos y minoritarias que ya viven cerca de otros peligros como la contaminación del aire industrial.
“Realmente se refiere a toda esta cuestión de los impactos acumulativos”, dijo Havrelock. “¿Cuánto puede soportar el cuerpo humano?”.
En el vecindario de Ramírez en el lado sureste, el 94% de las líneas de servicio de agua se confirman o se sospecha que contienen plomo. En Avondale, donde asiste a la escuela el hijo de Ramírez, ese número está ligeramente por debajo del promedio de la ciudad del 84%. En su oficina en el centro, en el Loop, es sólo el 16%.
“Veo la historia de dos ciudades todos los días al llevar a mi hijo a la escuela, y me hace enojar”, destacó Ramírez, directora de salud ambiental del Natural Resources Defense Council, un grupo nacional.
Factores como las barreras al acceso a internet, los cortes de agua, la mala infraestructura de plomería y la falta de ingresos disponibles para abordar esos problemas pueden añadir al impacto de las líneas de servicio de plomo de una comunidad en las personas que viven allí. También puede afectar el hecho de tener muchos residentes jóvenes, ancianos, personas con su sistema inmunocomprometido o embarazadas.
La exposición al plomo puede llevar a partos prematuros, bajo peso al nacer, retrasos en el desarrollo, dificultades de aprendizaje y desafíos conductuales e intelectuales permanentes. En grandes cantidades, el plomo puede causar convulsiones, comas o muerte. Los adultos no son inmunes y pueden desarrollar hipertensión, dolor en las articulaciones y los músculos, problemas de memoria y trastornos del estado de ánimo.
Chicago tiene más de 1 millón de hogares y apartamentos, la mayoría conectados a líneas de servicio que probablemente contienen plomo y que deberían ser reemplazadas.
No hay un nivel seguro de exposición al plomo.
“Todos sabemos que tenemos la mayor cantidad de líneas de servicio de plomo en el país”, dijo Ramírez. “Pero necesitamos observar el impacto y la gravedad. Las personas en el lado sureste de Chicago y en los lados sur y oeste de Chicago están sintiendo los impactos y la gravedad del plomo mucho más que las personas en el lado norte”.
Una crisis en toda la ciudad
Las tuberías de plomo eran requeridas por el código municipal de Chicago hasta una prohibición nacional en 1986. Relativamente pocas líneas han sido reemplazadas desde entonces, por lo que la mayoría de los edificios más antiguos de la ciudad todavía son suministrados por el metal tóxico. Las tuberías de plomo son menos predominantes en el centro, donde la mayoría de los edificios se construyeron después de la prohibición de las tuberías de plomo o son demasiado grandes para una línea de plomo.
Incluso vecindarios relativamente adinerados y mayoritariamente blancos anglosajones en el lado noroeste de la ciudad tienen un problema significativo con tuberías tóxicas. En Forest Glen, una comunidad con el segundo ingreso promedio familiar más alto de la ciudad, el 91% de las líneas de servicio requieren reemplazo.
Colton Wyatt y su esposa Rebecca Weaver se mudaron recientemente a una casa con una línea de servicio de plomo en Lincoln Square, un vecindario mayoritariamente blanco en el lado norte con un ingreso familiar medio de aproximadamente $20,000 por encima del promedio de la ciudad.
Antes de comprar la casa, Wyatt dijo que hicieron una “cantidad obsesiva de investigación” y se sintieron atraídos por el vecindario debido a sus excelentes escuelas, la naciente escena gastronómica, el parque accesible, las calles rodeadas de árboles y vecinos con niños pequeños.
“La idea es que tenemos mucho espacio, así que eventualmente podremos convertirlo en un hogar para tres generaciones, para nuestros padres, nosotros mismos y nuestros hijos no nacidos”, contó Wyatt.
Creció en Michigan y conoció los peligros del plomo a través de la crisis del agua de Flint, así que inspeccionar la plomería de la casa estaba en su mente. Descubrió que su hogar, que de otro modo era casi perfecto, tiene una línea de servicio de plomo y todo tipo de tuberías internas de plomo.
Un plomero estimó que costaría alrededor de $26,000 reemplazar el lado privado de la línea de servicio de agua de la casa. Cambiar su plomería interna de plomo costaría miles más.
En este momento, habiendo comprado la casa recientemente, la pareja no tiene el dinero para reemplazar su línea de servicio. Por ahora, seguirán probando y filtrando su agua.
A principios de este verano, Wyatt envió una muestra de su agua al programa gratuito de pruebas de la Municipalidad. La semana pasada, la Municipalidad le notificó que el nivel de plomo alcanzó 16 partes por mil millones. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) dice que el objetivo debería ser cero. Wyatt se preocupa por tener niños en la casa y por los inquilinos en su calle que podrían no ser capaces de renovar su plomería.
“Estoy bastante decepcionado de que este sea un programa en el que Chicago no ha invertido realmente”, señaló Wyatt. “Sé que podrían hacerlo mucho más rápido”.
En el vecindario de Wyatt, el 77% de las líneas de servicio requieren reemplazo, lo que es más bajo que el promedio general de la ciudad pero aún así una mayoría significativa de edificios.
Los datos muestran que la mayoría de los vecindarios de la ciudad tienen plomo en la mayoría de sus líneas de servicio. A nivel de toda la ciudad, solo cinco áreas comunitarias tienen una proporción de menos del 50%.
Un estudio de 2024 realizado por investigadores de las universidades Johns Hopkins y Stanford encontró que casi el 70% de los niños de Chicago menores de 6 años de edad viven en hogares con agua de la llave que contiene niveles detectables de plomo.
Cerca del 4% de los niños de Chicago de 1 a 3 años de edad que fueron examinados en 2024 tenían un nivel de plomo por encima del umbral del estado para un resultado elevado, según el Departamento de Salud de la ciudad (CDPH), ligeramente más alto que en 2023.
Ambos años, sólo se realizaron pruebas a la mitad de los niños de 1 a 3 años de edad. El estudio de 2024 encontró que los niños negros y latinos en Chicago eran menos propensos a recibir pruebas mientras que también eran más propensos a vivir en un hogar con agua contaminada con plomo.
A nivel estatal, las inequidades raciales en la exposición al plomo son aún más claras. El Consejo de Planificación Metropolitana, organización sin fines de lucro que aborda problemas de infraestructura regional, analizó datos de la EPA de Illinois en 2020. Encontró que casi dos tercios de los residentes negros y latinos viven en municipalidades que contienen el 94% de las conocidas líneas de servicio de plomo del estado, en comparación con menos de un tercio de los blancos anglosajones de Illinois.
La Ciudad de Chicago ha dicho repetidamente que su agua potable cumple con las pautas federales y que la exposición al plomo proviene principalmente de otras fuentes, como la pintura y la tierra. Pero los expertos dicen que los requisitos federales para las pruebas de agua y sus umbrales de plomo no son adecuados para proteger la seguridad pública.
“Las regulaciones sobre el plomo en el agua potable con las que las utilidades deben cumplir ahora son aberrantes”, dijo Suzanne Novak, abogada senior de Earthjustice, organización ambiental sin fines de lucro. “No hay un nivel seguro de plomo. Cualquier nivel de plomo presenta un riesgo de daño neurológico irreversible”.
El impacto acumulativo de las tuberías de plomo
En 2019, la Municipalidad comenzó un esfuerzo coordinado de reemplazo de líneas de servicio de plomo en 2019 y ha dicho que está dándole prioridad al trabajo en ubicaciones de alto riesgo, como parques, instalaciones de cuidado infantil, hospitales y en tramos del Censo desfavorecidos.
De las 2,679 líneas de servicio que la Municipalidad llama de alto riesgo, 675 aún requerían reemplazo en abril, una tasa notablemente mejor que el resto de Chicago.
Pero incluso con este trabajo, Chicago se está quedando muy atrás en los reemplazos a lo largo de la ciudad, culpando a la falta de fondos. A nivel nacional, la reducción de los dólares federales podría empeorar el problema. La administración de Trump propuso recortes masivos a los programas de infraestructura de agua para el año fiscal que comienza en octubre.
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Donate NowLos defensores dicen que la carga de financiar este tipo de renovación de infraestructura no debería recaer en un solo departamento o fuente de ingresos. Se requerirá acción del Concejo Municipal, la oficina del alcalde y funcionarios estatales, especialmente conforme la financiación federal se vuelve cada vez más poco confiable.
“Necesitamos empujar esto y conseguir la participación del gobernador”, dijo Brenda Santoyo, gerente del programa de justicia del agua en la Organización de Justicia Ambiental de La Villita (LVEJO). “Esto debería ser una prioridad debido a la cantidad de personas que se están viendo afectadas por esto”.
Durante años, LVEJO ha estado trabajando para crear conciencia sobre el problema de las tuberías de plomo, participando en divulgación comunitaria, repartiendo filtros gratuitos y educando a los residentes sobre cómo solicitar programas municipales.
La organización trabaja en una comunidad predominantemente mexicana en el lado suroeste con un historial de cargas ambientales crónicas, y Santoyo dijo que ve el reemplazo de líneas de servicio de plomo como una posible vía para combatir las disparidades de salud y contrarrestar los legados de segregación y desinversión.
El Índice de Oportunidad Infantil, que analiza los recursos y condiciones del vecindario que contribuyen al desarrollo saludable de los niños, también muestra inequidades marcadas en toda la ciudad. Muchos de los vecindarios con puntajes más bajos para la oportunidad infantil se alinean con donde nuestro análisis muestra una alta concentración de líneas de servicio de plomo.
Ramírez ve el plomo como un factor acumulativo que coloca a comunidades y familias como la suya en una desventaja.
Ella tiene hipertensión. Su madre ha sufrido de asma severa durante años y ahora tiene lupus y diabetes.
“He visto el devastador costo que este vecindario ha tenido en su salud, y también en nuestra salud mental”, aseguró Ramírez.
Como muchos residentes del lado sur, Ramírez creció bebiendo agua embotellada en una casa con una línea de servicio de plomo. Recuerda ver a su padre llevar pesados paquetes de agua a la casa y a su madre verter agua embotellada en ollas para hacer sopa. Después de un largo proceso de solicitud y aprobación, sus padres finalmente reemplazaron su línea hace dos años a través del programa de reemplazo subvencionado de la Municipalidad para propietarios de bajos ingresos.
Ramírez no califica para ese programa, pero entre la matrícula de la escuela terapéutica y los costos de criar una familia, tampoco puede permitirse cubrir su propio reemplazo.
Por ahora, Ramírez no tiene de otra que comprar y filtrar agua para ella, su esposo y sus dos hijos, incluyendo a un bebé de 1 año de edad, cuyos biberones de fórmula lava usando botellas de agua destilada. Le da rabia que la Municipalidad esté abordando este problema tan lentamente que no se resolverá hasta dentro de medio siglo.
“Mi hijo pequeño estará en la mitad de su vida”, destacó Ramírez. “Sólo pienso que es completamente inaceptable”.
El vecindario de Ramírez está aislado del resto de la ciudad por el Río Calumet y ha estado asfixiado por la industria durante mucho tiempo. Cada día, al manejar hacia el norte por el puente Chicago Skyway, ve un almacén de procesamiento de metales y una planta de cemento que ambos han sido señalados por la EPA por emisiones tóxicas. Todo eso desaparece en la hora que toma llegar a la escuela de su hijo.
Ramírez lleva a su hijo de 11 años de edad, Evan, a la escuela durante todo el año en el lado norte porque no hay escuelas en su vecindario que satisfagan sus necesidades: Evan tiene trastorno del espectro autista y ha prosperado en la escuela terapéutica de Avondale.
Para Ramírez, el hecho de que su vecindario no tenga los servicios que necesita es otra ilustración de la desinversión que atormenta a su comunidad.
“Las cartas ya están en su contra … y encima de todo, vivimos en esta hermosa ciudad y le están arrojando basura”, dijo. “Quiero que tenga la misma oportunidad en la vida que otros niños en el lado norte”.
Traducido con una herramienta de inteligencia artificial (AI) y editado por Jacqueline Serrato y Gisela Orozco de La Voz Chicago
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